2 de enero de 2012

0573- EL TESORO DE ÉBORA.

Los Tartesios fueron una de las culturas más brillantes que se asentaron en la Península Ibérica.
 
Durante su estancia entre nosotros, floreció la artesanía de todo tipo y especialmente la orfebrería más refinada de la época, así como la fabricación de toda clase de objetos de lujo y las armas. 
Sin embargo no nos dejaron grandes monumentos arquitectónicos, como sucedió con griegos, romanos o árabes.
Parece ser que los Tartesios no tenían desarrollado el concepto urbano de los pueblos orientales lo cual no quita para que, cuanto ha llegado a nuestras manos, no indique el buen nivel y alta sofisticación de esta cultura a la hora de fabricar los objetos más exquisitos de aquellos tiempos.

En el Cortijo de Ébora y a finales de la década de 1.950, los aperos de un avezado tractorista sacaron a la luz un tesoro, que posteriormente se demostró de origen tartésico. 
La zona arqueológica se halla próxima a las marismas del río Guadalquivir, en el término municipal de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz).
Tal como se ha dicho, el descubrimiento fue fortuito, a consecuencia del cual se llevaron a efecto excavaciones arqueológicas que dieran luz al hallazgo.
Aunque se localizaron restos habitacionales y multitud de fragmentos cerámicos y constructivos, los restos de estructuras fueron casi inexistentes. 
Alguna de las piezas encontradas delatan influencia griega, aunque los símbolos que incluyen y las técnicas empleadas son claramente orientales y se intuyen llegadas a nuestra península a través de celtas y fenicios de los siglos VII al V a.C.
Las excavaciones realizadas dan noticia de ocupación del lugar desde el Calcolítico y la Edad del Hierro, hasta la colonización romana y musulmana. 


Las joyas de oro encontradas son representativas de la cultura tartésica desarrollada en el Bajo Guadalquivir hacia el siglo VII/VI a.C.

Todas las piezas encontradas -93 en total- tienen técnicas de granulado, soldadura y filigranas, propias de los pueblos orientales que desembarcaron en nuestras costas, aunque los orfebres tartesios fueron adaptándolas a su forma de trabajo tradicional.
Este y otros hallazgos delatan la presencia ininterrumpida de pobladores en la comarca del actual Sanlúcar, desde más de dos milenios anteriores a nuestra Era. La prueba la tenemos en este ídolo cilíndrico encontrado en la Fuente del Cortijo, del 2.500 a.C. y que hay expuesto en el Museo de Cádiz; amén de otras piezas como el Bronce de Bonanza o el Tesorillo del pinar de la Algaida, que sacaron a la luz un templo dedicado de Venus y que se identifica como el señalado por Estrabón, que nombra estos lugares en su tratado de Geografía con estas palabras: "...in supra Baetim navigator it urbs succedit Ebora et Luciferi fanum..." (navegando por el río Betis -Guadalquivir- llegamos a la ciudad de Ébora y al santuario de la Luz -o de Venus).

RAFAEL FABREGAT

2 comentarios:

  1. Tengo algunas piezas rrelacionadas con las marias de himojo, la ciudad perdida de la atlantida es algo asombroso

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    1. Hola Francisco!. Lamento decirte que la Atlántida solo fue un cuento de Platón y que las ruinas que existen en la zona de la que me hablas son seguramente de los Tartesos.

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