27 de marzo de 2018

2583- ESPAÑA SE SEPARA.

En España somos muy antiguos. Los 40 años de dictadura franquista supuso para los españoles un serio atraso en todos los órdenes de la vida, con respecto al resto de países occidentales. Cuando en Francia, por poner un ejemplo, las parejas de novios ya se acostaban juntos día sí y otro también, en España todavía te miraban si ibas por la calle cogido de la mano de tu novia. Nos duele decirlo y más aún que sean otros quienes lo digan por nosotros, pero es verdad aquello de que Europa empezaba en los Pirineos. Y ya no solo los viejos, sino también los propios jóvenes actuaban pocos años atrás como comadres y porteras de edificio de Protección Oficial. Claro que cuanto más viejo más pellejo y cuando el zorro se despierta lo hace con doble ímpetu, si cabe. Cuando el tonto espabila, ojo con él. 

En la España del siglo XXI ya no caben aquellos cuentos mojigatos de la manita en el cine y pare usted de contar. Si en cualquier país europeo se "viaja" a 130 Km./hora, en España lo hacen actualmente a 320 Km./hora y me quedo corto. Los chicos siempre fueron menos lanzados que las chicas, en la España de los años 60 y en la China de Mao Tse Tung, pero en el momento actual el asunto ya casi es para preocuparse. Claro que, eso sí, ninguna se queda embarazada a menos que sea esa su meta. Todavía van con calcetines y los conejos se quedan a la altura del betún. En fin, que sea para bien... A los viejos tales actuaciones no nos molestan en absoluto. Allá ellos. Más bien al contrario, lo vemos con sana envidia. ¡Quien fuera joven ahora!. Y de la fidelidad de las parejas... Naturalmente habrá de todo, como en la Viña del Señor, pero la verdad es que el horno no está para bollos. 

Porque, ¿qué es la infidelidad y cuales son los límites?. Un pensamiento inoportuno, una miradita imprudente, un WhatsApp subido de tono, un beso, la propia relación sexual... Pues la respuesta es sencilla. Todo aquello que puede dañar los sentimientos de tu pareja, es una infidelidad. Todo aquel que ama de verdad a su pareja es posesivo y no puede compartir su amor. Es así de sencillo. Desde el momento en que tu pensamiento va en otra dirección ya estás siendo infiel, ya estás engañando a tu pareja. Ya no digamos si, de una u otra forma, pones en práctica alguna de estas fantasías con una tercera persona. Cualquier persona incapaz de vivir única y exclusivamente con su pareja, o tan inmadura que engaña de la misma manera que pudiera hacerlo un niño a sus padres para evitar su castigo, no debería casarse. 

En el mundo actual, casarse no es ninguna obligación ni tampoco un billete para vivir en pareja. Los jóvenes de hoy, sean chicos o chicas, tienen la libertad y la bendición paterna de vivir en pareja todo el tiempo que deseen, incluso de por vida, sin pasar por el juzgado y menos aún por la iglesia. Siendo así, ¿por qué hay tantas separaciones o divorcios?. Si somos incapaces de vivir juntos, ¿para qué nos casamos?.¿Quien nos obliga?. ¿La sociedad?. 
Con un 61% de parejas destrozadas, España ocupa el quinto lugar del mundo en porcentaje de separaciones. Se ve que nos va "la marcha". La infidelidad dice mucho de una persona, de su respeto hacia la pareja, de su capacidad de compromiso... Y si en aras a la tan manida "libertad" la separación es inevitable, hacerlo de una forma amistosa y civilizada es también la mejor manera de evitar el daño a terceros. Más aún cuando esos terceros son los propios hijos, porque los padres... 

Por muy grande que pueda ser su disgusto, los padres ya hicieron su camino y están a vueltas de todo. No lo hubieran deseado pero, al fin y al cabo, quieren lo mejor para hijos y nietos y la infelicidad de la pareja no es justamente el mejor escenario para una vida en común. Nadie es completamente feliz si no se corta el compromiso. El engañado lo pasa mal y el que engaña tampoco disfruta de sus relaciones extraconyugales, puesto que es también consciente del daño que está causando. En tales casos la separación y especialmente la de común acuerdo es la mejor opción. A pesar de todo algunas parejas, por el interés de los hijos, o el suyo propio (situación personal, económica, social, etc.) deciden seguir juntos y "pelillos a la mar". Cada caso es diferente y único...

RAFAEL FABREGAT

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